Mientras contemplaba a su cónyuge, Sofía estaba echada en la cama, descansando de los trabajos que le había deparado su oficina.En los últimos tiempos a su marido le había dado por hacer ejercicio con tal asiduidad y por tanto tiempo, que ella se aburría de mirarlo.A Sofía le gustaba caminar en las mañanas y al aire libre. Andaba alrededor de un lago, concentrada en los árboles más que en sus pasos. Luego corría a bañarse, desayunaba como muerta de hambre y se iba a trabajar a un lugar pequeño dentro de la fábrica de instrumentos de precisión que manejaba como la última descendiente de una familia dedicada, por muchos años, al raro oficio de hacer bien las cosas.
imagen: "la ribonucleicuda" (AGUS ‘ELGREGO’)
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